
En el fútbol profesional colombiano no todo se juega en la cancha. Hay partidos que se disputan en silencio, sin hinchadas ni camerinos, pero que resultan determinantes para que la pelota ruede, un club sobreviva, una camiseta se vista con orgullo o un balón no deje de girar.
Muchos de esos partidos los han jugado –y los siguen jugando– empresarios boyacenses cuyo compromiso merece algo más que una mención pasajera. Porque su impacto, aunque a veces pase desapercibido, ha sido tan decisivo como el de un diez talentoso en plena competencia.
En primer lugar, imposible no mencionar a Óscar Ramírez Acevedo, nacido en Duitama, expresidente de Patriotas y empresario del acero con su firma G&J Ferreterías. Ha sido patrocinador en las buenas y en las malas, incluso cuando con la llegada de Chicó muchos daban por perdido al club. Igualmente, Esperanza Quevedo Álvarez, tunjana y exgerente de la Industria Licorera de Boyacá, posicionó el Aguardiente Líder como marca visible en la primera división, demostrando desde su empresa que si se quiere se puede aportar al deporte con visión y orgullo regional.
En el ámbito nacional, destaca Gabriel Ramos, egresado de la UPTC, orgulloso hijo de Turmequé, es creador y dueño de Pierre D’Agostiny, la marca que con sus trajes viste a la Selección Colombia, a su cuerpo técnico y a varios clubes profesionales. Su sello es sinónimo de elegancia en el fútbol.
Y desde Toca, Rafael Sanabria, el primer árbitro FIFA del departamento, fundó en el 2004 La Casa del Referee, especializada en implementación arbitral, y hoy es uno de los analistas más respetados en los medios deportivos.
Pedro Carrero, de El Cocuy, es otro símbolo. Su marca Saeta ha vestido a equipos como Millonarios y ha sido referente del fútbol profesional y del fútbol sala. Con sus inicios en Monguí, Miguel Ladino viene de una familia pionera de la industria balonera, ha llevado la tradición a nuevos horizontes con su marca Keiros; sus balones ruedan hoy en toda América.
También hay historias que trascienden como la de Gustavo Rincón, heredero del ciclismo boyacense y propietario de FSS (Fabricamos Su Sudadera), la marca que vistió al Once Caldas campeón de la Copa Libertadores y al América campeón de liga en el 2004. Incluso en el 2012 se encargó de vestir a Patriotas en su primera temporada en la máxima categoría.
Y, finalmente, la familia Guerrero, con sus marcas Efecty y Servientrega, presentes en la Selección Colombia y en los principales estadios del país. Aún tienen pendiente brindarles su respaldo a los clubes boyacenses, pero su influencia es innegable en el panorama futbolero nacional.
Estos empresarios han entendido que el fútbol también se construye fuera del campo. Que apoyar un equipo, una liga, una camiseta o un balón no es solo marketing, es sembrar identidad, pertenencia y orgullo boyacense.
Hoy, desde ‘Futbol entre Líneas’, queremos rendir homenaje a quienes desde Boyacá también juegan en Primera. Y ganan.
La entrada Los boyacenses que también juegan, pero fuera de la cancha – Luis Francisco Lagos #Columnista7días se publicó primero en Boyacá 7 Días.
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