
La vía concesionada Briceño-Tunja-Sogamoso (BTS), que debería ser un eje de desarrollo y conexión para Boyacá y el país, hoy es un monumento al abandono, al peligro y a la codicia. Mientras los ciudadanos esquivan huecos, derrumbes, tramos sin señalización y pasos improvisados entre maquinaria inerte, la concesión parece estar más preocupada por instalar cámaras de fotomultas que por cumplir con sus obligaciones fundamentales.
Cada vez son más los dispositivos de captura automática instalados en la ruta. Cámaras en rectas, cámaras en curvas, cámaras en zonas de reducción de velocidad mal señalizadas. Un ejército de vigilantes electrónicos listos para sancionar al más mínimo error del conductor, pero absolutamente incapaces de prevenir un accidente o salvar una vida. Se han convertido en el símbolo del fracaso de la seguridad vial bajo el modelo concesionado, en conclusión: más persecución al bolsillo del usuario. Las cámaras, en vez de prevenir, se han vuelto el verdugo silencioso de una vía mortal. No advierten, no educan, no protegen. Solo multan.
¿Y la señalización? Inexistente o borrosa. ¿Y la malla vial? En tramos como Paipa-Tunja o Sogamoso-Duitama, hay huecos que parecen cráteres. ¿Y el mantenimiento rutinario? Brilla por su ausencia. Los peajes se pagan sin falta, las multas llegan con puntualidad suiza, pero los derechos de los usuarios siguen quedando en el abandono.
El mensaje es claro: para la concesión BTS el conductor no es un ciudadano al que se debe proteger, sino un cliente cautivo al que hay que exprimir. El modelo de recaudo mediante fotomultas, sin condiciones dignas de seguridad vial, es una fórmula perversa que convierte la tragedia diaria en una oportunidad de negocio.
En lugar de invertir en defensas metálicas, en señalización reflectiva, en limpieza de cunetas o en reparación estructural, el dinero parece concentrarse en fortalecer el aparato sancionador. ¿Quién vigila a la concesión? ¿Dónde está la ANI? ¿Dónde están los informes de interventoría que justifiquen semejante proliferación de cámaras mientras la vía se cae a pedazos?
Los accidentes siguen aumentando, las víctimas se cuentan por docenas y los ciudadanos no ven una respuesta contundente del Estado. El dolor de las familias que pierden a sus seres queridos en esta vía no puede seguir siendo ignorado mientras otros llenan sus bolsillos con cada comparendo.
Basta ya de este modelo cínico y excluyente. Es hora de exigir al Gobierno nacional, a los órganos de control y al Congreso de la República una intervención inmediata. No más cámaras hasta que la vía esté en condiciones dignas. No más sanciones sin seguridad. No más negocio con la vida de los boyacenses.
Si hay plata para poner cámaras, debe haber plata para tapar huecos, para pintar señales, para instalar defensas metálicas, para limpiar cunetas, para salvar vidas, por lo tanto, el mensaje contundente, es:
¡Ni una sola cámara más hasta que arreglen la vía! No se puede permitir que se siga exprimiendo al ciudadano mientras lo abandonan en el asfalto podrido; la seguridad vial no se mide en comparendos, sino en vidas salvadas y en vías bien hechas.
La entrada Los boyacenses NO somos el cajero automático de la concesión BTS – Luis Carlos Bernal #ColumnistaInvitado se publicó primero en Boyacá 7 Días.
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