El bienestar mental en la adolescencia exige atención activa del entorno familiar y escolar ante factores como el uso excesivo de pantallas, la presión social y el aislamiento emocional. Psicólogos recomiendan fomentar la confianza, hábitos saludables y espacios de diálogo.

Una atención oportuna y cercana a los adolescentes es clave para prevenir trastornos mentales y fortalecer su bienestar emocional en una etapa de cambios intensos. Foto: Ilustración/suministrada a Boyacá Sie7e Días
*Por: Nury Vargas
En medio de una etapa marcada por intensos cambios físicos, sociales y emocionales, la salud mental de los adolescentes se ha convertido en un tema de atención prioritaria. Las exigencias académicas, el uso constante de redes sociales y la presión por encajar hacen de esta población una de las más vulnerables emocionalmente.
En este contexto, y con motivo del creciente interés por abordar la salud emocional desde temprana edad, la psicóloga Lina Barrios, de los Centros Médicos Colmédica, comparte algunas claves sobre los principales factores de riesgo que afectan a los adolescentes, así como recomendaciones para promover su bienestar mental desde el entorno familiar y escolar.
“La experimentación con drogas y alcohol, así como la presión social para encajar o cumplir con expectativas ajenas, pueden representar un riesgo significativo”, afirma Barrios.
“El consumo de sustancias afecta el desarrollo cerebral y aumenta la probabilidad de trastornos mentales, mientras que la necesidad de aceptación puede desencadenar ansiedad, frustración e inseguridad”, indica.
Entornos que impactan la salud emocional
Según Barrios, existen varios factores que pueden influir negativamente en el bienestar de los jóvenes, entre ellos:
-Uso excesivo de pantallas y redes sociales, que puede generar ansiedad, alteraciones del sueño y baja autoestima.
-Falta de apoyo familiar, que disminuye la sensación de seguridad.
-Violencia intrafamiliar, que aumenta el estrés y la ansiedad.
-Bullying o acoso escolar, asociado a depresión, aislamiento y deterioro de la autoestima.
Conductas que pueden alertar a padres y cuidadores
Detectar cambios a tiempo puede evitar crisis más profundas. Entre las señales que requieren atención están: cambios drásticos de humor, aislamiento o pérdida de interés en actividades habituales, trastornos del sueño, cambios en la alimentación o el peso, bajo rendimiento académico, pensamientos autodestructivos o expresiones de desesperanza, descuidos personales o comportamientos de riesgo.
¿Qué pueden hacer los adultos?
La psicóloga enfatiza el rol que padres, madres y cuidadores desempeñan en la salud mental de sus hijos. “Fomentar la comunicación abierta sin juzgar; creando un ambiente de confianza, promover hábitos saludables; dormir bien, alimentarse bien y el ejercicio físico y ofrecer apoyo emocional constante; validando sus sentimientos, demostrando empatía y recordándole que no está solo”, son acciones clave, según Barrios.
También recomienda enseñar estrategias para manejar el estrés, como la respiración consciente o el mindfulness, y establecer límites al uso de pantallas, promoviendo actividades offline como el arte, la lectura o el deporte.
El cuidado de la salud mental en la adolescencia no puede ser visto solo como una responsabilidad del sistema médico. “Es responsabilidad de todos -familias, instituciones educativas y profesionales de la salud- crear entornos que promuevan el autocuidado emocional y prevengan situaciones de riesgo”, concluye Barrios.
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