En una reunión sin precedentes por su simbolismo y espíritu conciliador, los máximos representantes de los poderes del Estado colombiano firmaron un compromiso para “desarmar la palabra” y rechazar la violencia como mecanismo de confrontación. El encuentro, convocado por la Iglesia Católica, se llevó a cabo en torno a una mesa redonda en la que se compartió una comida fraterna, promoviendo un clima de respeto, escucha y reconciliación.

Monseñor Francisco Javier Múnera Correa, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia y arzobispo de Cartagena, aseguró en diálogo con La FM de RCN que el balance del encuentro es “positivo, favorable y esperanzador”.

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“El hecho de que las altas autoridades del Estado se hayan podido sentar a la mesa, en un ambiente de acogida y disposición al diálogo, fue un signo muy bonito y significativo”, afirmó Múnera. “La invitación que hicimos como Iglesia no es solo nuestra, es un clamor del país entero: medios, gremios, instituciones, todos pedían que nos comprometiéramos a desarmar la palabra, a escucharnos y valorarnos como ciudadanos”.

Al ser consultado sobre la actitud del presidente Gustavo Petro durante la reunión, Monseñor Múnera respondió que percibió “una disposición genuina a la escucha”.

“El presidente firmó el compromiso plenamente consciente del poder que tiene la palabra, tanto para construir como para destruir. Creo en su intencionalidad. Por supuesto, esto debe traducirse en hechos y actitudes concretas, pero es un primer paso en una pedagogía que como país necesitamos urgentemente”, explicó.

En ese sentido, el líder religioso destacó que Colombia enfrenta una cultura de reacción inmediata y sin reflexión, especialmente en espacios como las redes sociales.

“En lugar de escuchar, reaccionamos con indignación, sin pensar antes de hablar. Las redes sociales, en particular, tocan nuestros instintos más primarios y nos empujan a responder acríticamente. Necesitamos una pedagogía de la escucha, del silencio, del saber respirar antes de responder”, señaló.

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Múnera enfatizó que el compromiso firmado no puede quedarse solo en los discursos de una élite. Por el contrario, debe replicarse en todos los niveles de la sociedad.

“Este mensaje debe expandirse a nivel local, regional y nacional. Las mesas de diálogo pueden convertirse en escenarios de comunión y encuentro, no de polarización. Debemos rechazar todo tipo de violencia como forma de resolver los conflictos políticos y sociales. Eso implica fortalecer la institucionalidad y rodearla”, expresó.

Finalmente, llamó a los ciudadanos a no caer en la descalificación ni el matoneo, incluso frente a quienes han cometido errores o delitos.

“Todos, incluso el más grande criminal, conservan una dignidad humana. No podemos seguir construyendo espacios donde se anule al otro por sus defectos o pecados”, concluyó.

La Iglesia Católica espera que esta iniciativa marque el inicio de una cultura del encuentro en Colombia, en la que las palabras unan en lugar de dividir.